Interview

En el futuro siempre se ven neones. Entrevista a Helio Méndez

Fuimos a conversar y conocer el taller de Helio Méndez, maestro del neón de San Miguel, Santiago de Chile.

Fotografías por Diego Reyes

Patricio Truenos —

Fui a hablar con Helio Méndez un día de verano. Su taller se encuentra en José Joaquín Prieto Vial #3824, San Miguel, Santiago de Chile. Helio tiene 55 años y lleva 35 años trabajando en este oficio. El taller donde me recibió existe desde 1987. Aunque dice que comenzó en esto hace 35 años, lo aprendió desde pequeño, ya que estaba destinado a ello. Su padre se dedicaba a este oficio y estaba tan comprometido que nombró a su primer hijo Helio Argón, en referencia a dos gases nobles que funcionan bien juntos. Sin embargo, este hijo falleció y Helio, de quien trata este texto, es el siguiente hijo que heredó el nombre, el negocio y el oficio, como si fuera un linaje real.

Helio en su taller.

Detalle del taller.

Detalle del taller.

Detalle del taller.

Los letreros de neón, o simplemente neones, están hechos de vidrio, un material frágil que debe ser cuidado para evitar golpes. Esta característica hace que sean menos competitivos que su nuevo rival: el LED. Sin embargo, para las personas con ojo entrenado sabrán esto, no hay comparación entre la luz del LED y la vibración profunda y sensual del neón. Hubo un momento, hace 20 años, en que este trabajo era muy solicitado. Se pedían muchos encargos y las reparaciones debían hacerse de un día para otro, cuando eran necesarias, lo cual era normal para este tipo de letreros. El trabajo abundaba y, a pesar de que había muchos otros talleres, no competían entre sí. Hoy en día, Helio trabaja en su taller, que parece estar atrapado en el tiempo, lleno de afiches pegados en las paredes que van desde Boric hasta Allende “así nadie se ofende”, me dice. El taller se divide, en términos generales, en dos partes: donde está la mecha y donde está la máquina de vacío.

Mientras conversamos, Helio está trabajando con el fuego haciendo un letrero para un café. El vidrio se trabaja a 660 grados centígrados, se calienta con el soplete que está prendido todo el día. Cuando el vidrio alcanza la temperatura adecuada, se dobla para escribir. Esta medida se realiza a ojo, una habilidad adquirida a lo largo de los años de trabajo. En este taller, trabajan dos personas, Helio y su socio, quienes se conocen tan bien que tienen el mismo estilo de escritura o “mano” como se suele decir en el medio gráfico. Cuando trabajan juntos en una palabra, se ponen de acuerdo para que la estructura de la letra manuscrita sea igual. Aunque existen varias soluciones para lograr la misma forma, siempre buscan que las letras sean del mismo tamaño. Para tener una idea, la escritura en neón es tridimensional, es decir, además de escribir de izquierda a derecha, también deben agregar profundidad. Las palabras se construyen como una sola pieza, aprovechando la longitud total del material, y se van soldando más tubos a medida que se necesitan para lograr la extensión completa de la palabra.

Bodega del taller.

Sistema de vacio.

Sistema de vacio.

Detalle taller.

Helio tomando mercurio.

Helio tiene dos categorías de letras: las unidas y las separadas, o las manuscritas y las de imprenta. De estas dos categorías, prefiere las manuscritas porque le permiten jugar con ellas, y si quedan rectas está bien, comenta. En cambio, en las letras de imprenta, los errores se notan mucho porque deben tener la misma altura y un ancho similar.

El día que lo visité era verano y hacía calor. Helio me dijo: "En verano trabajo de 7 de la mañana a 2 de la tarde para evitar el calor, pero si me atrapa, hay que aguantar … tomar agua y transpirar”. El taller no puede enfriarse porque el vidrio puede romperse debido a los cambios de temperatura. La situación cambia con el cambio de estación: "Este trabajo en invierno es un trabajo soñado", y puedo imaginar lo reconfortante que debe ser trabajar alrededor del fuego en invierno. Lo recuerdo con un poco de envidia mientras escribo en otoño.

Anteriormente, Helio solía comprar vidrios y otros materiales en Argentina, pero un día decidió importar directamente desde China. Así que formó un grupo con otros trabajadores del neón y se comunicó con un proveedor chino hasta encontrar todo lo que necesitaba. Los chinos tienen de todo, vidrios, detectores de fugas y sistemas eléctricos. Tienen una variedad de materiales y de mejor calidad. Helio ha estudiado y dominado todo esto. Ahora hay más y mejor tecnología, me dice, pero lo que falta son herederos de este oficio. Quienes lo continúen van a quedar flor, comenta, porque lo que los chinos no han hecho es una máquina que doble vidrio.

Detalle de construcción de letra.

Comparación neón y modelo.

Helio calentando el vidrio.

Cortando vidrio caliente con un vidrio helado.

Detalles finales del neón.

Pruebas finales de iluminación.

Pruebas finales de iluminación.

Cuando pensé en entrevistar a Helio, creía que me fascinaría ver cómo doblaba el vidrio, pero no sabía que el proceso de llenar el tubo de vidrio con gas sería igual o más interesante. Cuando llegó ese momento, fue como una clase de física y química aplicada. Es como un taller de un científico loco o algo así. En una parte de su taller, tiene un aparato en la pared que permite que el tubo quede al vacío, luego se llena con gas y mercurio, y finalmente se sella para que funcione. El proceso completo es más o menos así:

    1.    El vidrio se dobla utilizando fuego a 660 grados centígrados.

    2.    Se diseña con el tubo en el fuego.

    3.    Para cortar el tubo, se utiliza otro vidrio, pero frío.

    4.    Una vez que el diseño está listo, se pasa a la máquina de vacío y llenado.

    5.    Se crea el vacío para eliminar el aire "común".

    6.    Se agrega neón u otro gas junto con mercurio. (Helio toma el mercurio con la mano y recuerdo a mi madre diciéndome que nunca hiciera eso).

    7.    El tipo de gas determina los diferentes colores, pero también se puede simular utilizando una luz blanca con un tubo de color.

    8.    Se sellan las puntas.

    9.    El electrodo inicia la corriente, lo que desencadena un proceso de ionización, colisión de electrones, excitación de los átomos y, finalmente, emisión de luz.

Detalle neones

Muestrario de colores de neón.

Otra parte importante de esta visita está relacionada con cómo llegué a conocer a Helio. Fue a través de Alejandro Neyra Cyrano, un maestro tallador de mármol al que entrevisté anteriormente, quien me proporcionó su contacto. Pensé que era porque ambos trabajaban en oficios relacionados con las letras y que se conocieron por eso. Sin embargo, comparten un pasado común relacionado con la adicción. Se conocieron en rehabilitación. Helio me cuenta que en un momento lo perdió todo debido al alcohol, pero mientras estaba en rehabilitación se dio cuenta de que ese año fue único para él porque pudo conocerse a sí mismo. Cuando salió, tenía las herramientas para enfrentar casi cualquier problema. Salió y arregló su patio, el segundo piso de la casa de su madre. Me cuenta que está colocando vidrios en el techo de su habitación para ver las estrellas. Con esto, en mi opinión, se convierte en un maestro de la vida. Ahora actúa como mediador en los problemas de su familia utilizando las herramientas que aprendió en terapia. Ahora estoy disfrutando lo que no disfruté, comenta. La vida de un rehabilitado es un presente lleno de pasado

Hablar con Helio me deja la sensación de conocer a un personaje de un libro de cuentos cortos. Más allá de su maestría en el oficio, me quedo con su fuerza y optimismo. Como diría el poeta Teillier, Helio tiene nostalgia del futuro, siempre es optimista y cree que la era del neón aún no ha llegado. Lo deja claro con su visión: "En las películas sobre el futuro siempre se ven neones” y es una imagen que me gustaría que sea real.

Pueden visitar el taller de Helio en José Joaquín Prieto Vial #3824, San Miguel, Santiago de Chile y contactarlo al +56 9 9209 4410 para encargar un neón.

The future is always lit by neon

An interview with master neon worker, Helio Méndez.

Protographs by Diego Reyes.

I met up with Helio Méndez on a summer day. His workshop is located at 3824 José Joaquín Prieto Vial, San Miguel, in Santiago, Chile. Helio is 55 and has been in the trade for the past 35 years. His workshop, where we had our conversation, was founded in 1987. Although he cites that year as his official start, he learned his craft from childhood, as if he was destined for it. His father was in the neon sign trade, and was so enamored of it that he named his firstborn Helio (Spanish for Helium) Argon, after two noble gasses that work well together. The child, however, passed away and the name, along with the business and the craft, were passed on instead to our Helio, his younger brother, as if by royal lineage.

Helio in his workshop.
Detail of the workshop.
Detail of the workshop.
Detail of the workshop.

Neon signs are made of glass, a fragile material that must be handled carefully to avoid breakage. This characteristic makes them less competitive than their upstart rival, LED. However, as those with a discerning eye will know, there is no comparison between LED light and the deep, sensual vibration of neon. There was a time, some 20 years ago, when this work was in high demand. Orders flooded in and repairs had to be done overnight when needed, which was common for this type of signage. Although there were many other shops, there was plenty of work to go around for everyone. Today, Helio works in a space that seems to exist outside of time. The walls are papered with posters ranging from Boric to Allende, "so no one is offended", he tells me. The workshop is divided, broadly speaking, in two sections: the burner area and the area where the vacuum pump is.

 

While we talk, Helio is getting the burner ready to work on a sign for a cafe. Before it can be worked on, the glass is heated to 660° Celsius with a blowtorch that stays on through the day. Once the glass reaches the right temperature, it can be bent into shape for writing. With skill acquired over years of work, he eyeballs the measurements. Helio and his partner, the workshop's sole occupants, know each other so well that they have the same writing style or "hand", as it is called in the signage community. When they work together on a word, they take care to maintain a uniform handwritten structure. Although there are several ways to achieve uniform shapes, they always aim to make the letters the same size. Since neon writing is three-dimensional, in addition to writing from left to right, they must also account for depth. The words are constructed as a single piece, taking advantage of the full length of the material, and more tubes are welded as they are needed to achieve the full extension of the word.

Workshop storage area.
Vacuum pump system.
Vacuum pump system.
Detail of the workshop.
Helio handling mercury.

Helio works with two types of letters: joined and separate, or handwritten and block letters. Of the two, he prefers the handwritten style because it allows for more flexibility, and he says as long as it looks straight it's all good. On the other hand, with block letters, mistakes are very noticeable because they must have the same height and a similar width.

 

It was a hot summer's day when I went to see him. Helio told me: "In summer I work from 7am to 2 pm. to avoid the heat, but if it catches me, you just have to take it ... drink water and sweat your way through it". The workshop cannot be cooled down because temperature changes can cause the glass to break. Things vary depending on the season, however. "This is a dream job in winter", he says. I can imagine how comforting it must be to work around the fire then. As I write this in the fall, I think back on it with a bit of envy.

 

Helio used to buy glass and other supplies in Argentina, until he decided to start importing them directly from China. He formed a partnership with other neon workers and contacted a Chinese supplier until he found everything he needed. The Chinese have everything: glass, leak detectors and electrical systems. They have a wide range of better quality materials. Helio has studied and mastered all this. “There is more, better technology available now”, he tells me, “but what is lacking are heirs to the trade. Those who follow in our footsteps will be in a great position, he says, because the Chinese haven't invented a machine that can bend glass yet”.

Detail of letter fabrication.
Comparison of neon and outline.
Helio heating a glass tube.
Cutting hot glass with a piece of cold glass.
Final details of the neon piece.
Final lighting tests.
Final lighting tests.

When I first approached Helio, I thought it would be fascinating to watch him bend glass, but I didn't realize that the process of filling the glass tube with gas would be just as interesting, if not more so. When the moment came, it was like an applied physics and chemistry class taking place in a mad scientist's lab. In his workshop, there is an apparatus mounted on the wall that allows the tube to be made vacuum-tight, then filled with gas and mercury, and finally sealed to make it work. The full process goes something like this:

1. The glass is bent over an open flame at 660° Celsius.

2. The design is made while the tube is being heated.

3. To cut the tube, a separate, cold piece of glass is used.

4. Once the design is ready, it moves to the vacuum pump and filling machine.

5. The vacuum is created to eliminate the "common" air within the tube.

6. Neon gas (or a different type of gas) is added, along with mercury. (Helio takes the mercury in his bare hand, and I remember my mother telling me never to do that).

7. The type of gas determines the different colors, but they can also be simulated by using white light inside a colored tube.

8. The tips are sealed.

9. The electrode emits a current, which triggers a process of ionization, electron collision, excitation of the atoms and finally light emission.

Detail of the neon piece.
Detail of the neon piece.

Another important part of this visit relates to how I came to know Helio. We met through Alejandro Neyra Cyrano, a master marble carver I interviewed previously. I initially assumed they became acquainted through their trades, as they both work in areas related to lettering. However, they share a common past connected to addiction. They met in rehab. Helio tells me that at one point he lost everything due to alcohol, but while in rehab he realized that that year had presented him with a unique chance to get to know himself. When he got out, he had the tools to cope with almost any problem. He went out and fixed up his yard and the second floor of his mother's house. He tells me that he is putting glass in the ceiling of his room so he can see the stars. If you ask me, he is becoming a master of life as well as neon. He now acts as a mediator in his family's discussions, using the tools he learned in therapy. “I'm enjoying things now that I never did before”, he says. The life of a recovering addict is filled with reminders of the past.

 

Talking to Helio feels like meeting a character from a book of short stories. Beyond just his mastery of his craft, I admire his strength and optimism. As the poet Teillier would say, Helio is nostalgic for the future. He is always optimistic and believes that the age of neon is yet to come. He outlines his vision in clear terms: "Movies set in the future are always lit by neon". It is an image that I would like to see come true.

 

You can visit Helio's workshop at 3824 José Joaquín Prieto Vial, San Miguel, Santiago, Chile and contact him at +56 9 9209 4410 to order a neon sign.